CLAMOR
El s. XX acabó arrasando a su paso tanto como pudo, convirtiendo en cenizas a unos y otros, a sus imágenes, ideologías y monumentos, consumiéndose a sí mismo tocado por el fuego.
Los desastres de la guerra -cuerpo a cuerpo o por el aire, caliente o fría, sonoras o silenciosas, internas o externas, individuales o colectivas- amputaron a la(s) cultura(s) y sus imágenes, cuyo escenario de barbarie ha dejado por delante todo un imaginario social por reconstruir -más allá de los caprichos mercantiles y tardocapitalistas-.
El cambio de siglo y su distancia relativa nos brindó la falsa apariencia de la superación, la separación y descreimiento de los anteriores mitos. Con un simple giro de cabeza miramos en otra dirección con la firme convicción de que nada volverá a ocurrir, que los muertos descansan en paz. Sin embargo, tememos voltearnos porque aún creemos en las imágenes, las tememos a ellas y a su poder si creemos que los fantasmas del pasado puedan levantarse y con ellos sus soflamas y banderas. Por ello es necesario revolver en las cenizas, hurgar en la herida, contener los fragmentos en un cofre, pues dentro se encuentran nuestros deseos, nuestros miedos y esperanzas; y velarlos expectantes a la espera de si se levantan, de ver qué puede surgir de los restos del desmembramiento, a pesar del grito vehemente de la multitud que anuncia un fin.
Los pedazos de un Todo unificado convertidos en una imagen aparentemente rígida pero frágil y mutable ante el tiempo y las temperaturas, camuflada bajo el polvo y el pigmento desmontan la apología del objeto como fuente de poder. Una imagen blanda.
Varias dudas rondan en el aire, ¿qué pasa con las imágenes, cuál es su poder y lugar entrados ya en el nuevo siglo? ¿cómo autorepresentarse tras la barbarie del siglo anterior? Y una más resuena como un lamento, ¿por quién doblan las campanas?
Arístides Santana. Comisario
Hexaedro. Seis intervenciones artísticas y un espacio.
Del 8 Abril al 7 Julio 2013.
TEA. Tenerife Espacio de las Artes.



















